Lo había planeado desde que era un niño,
desde que las advertencias de sus padres ya no eran suficientes como para que
dejara de saltar entre los sillones de su casa, llevado por el entusiasmo de mirar
por el televisor una nueva
hazaña de su héroe favorito. “All Might el
número uno”, “All Might el que siempre salva a
la ciudad”; así era como los reporteros se
referían a su ídolo.
Tiempo después cuando su madre le
presentó a Midoriya Izuku, su objetivo le quedó más
claro. Debía quitarle el título al héroe y
lograr que al que había comenzado a llamar “Deku”
lo observara con esa mirada llena de encanto, la cual le despertaba dos tipos
de emociones. La primera “un bonche de inútiles mariposas”, o al menos aquella
era la descripción que le otorgaba al cosquilleo en su estómago al pensar que
el menor se veía lindo, y la segunda “estúpido Deku”, refiriéndose a los celos de saber que su alegría
era a causa de otra persona.
A la larga su frustración lo condujo a retar a Izuku a todo tipo de actividades; desde aventar
piedras al río, hasta ver quién de los dos podía mantener por más tiempo la
pelota en el aire. Todo con el
fin de recalcarle lo incapaz que era, de esa forma le haría entender que
su mejor opción era olvidarse de All Might y así no tuviera otra salida más que aferrarse
a él. Dicho plan progresó cuando descubrió que su amigo no poseía poderes y cuando sus profesores comenzaron a explicarles el
significado de Alfa, Beta y Omega:
—Escuchen niños, los Omegas son un poco
delicados. Además es necesario que a cierta edad se emparejen con un Alfa o un Beta—mencionó
la profesora con tono dulce y luego continuó—. Los Betas son la mayor parte de
las personas, digamos que somos los más comunes de todos y por último están los Alfas, que por ser tan fuertes ocupan los
grandes cargos en la sociedad. Saben, algunos piensan que ellos son los dueños
del mundo.
En cuanto escuchó aquello los ojos de Bakugou brillaron, era evidente que además de tener un
poderoso Quirk, había nacido para ser un gran Alfa; el Alfa de Izuku, de quien no tenía duda que ocuparía el rol de
Omega. Después de todo no sería inusual que un chico tan débil y pequeño
tuviera que ser protegido durante toda su vida.
Entretanto, Izuku
trataba de
esquivar las preguntas de sus compañeros al cuestionarle
qué resultado creía que obtendría en su examen de roles, que les aplicarían una vez que fueran adolescentes.
—Ta- Tal vez un Beta…— respondió con
cierta inseguridad.
—¡No seas tonto Deku!
¡Alguien como tú no podría ser más que un inútil Omega!—exclamó Bakugou ocasionando la risa de los niños.
—¡Mi mamá es una Omega y no es una inútil!
¡bobo!—gritó a lo lejos una infante que había
escuchado su conversación—. Aparte, ¡Midoriya-kun puede conseguir a un Alfa muy
fuerte! Dime Midoriya-Kun, ¿hay un Alfa que te guste?
El
pobre chico no
sabía si su sonrojo era el resultado de tener a una niña tan
cerca, o la vergüenza de que todos a su alrededor concordaban con que sería un Omega. No era como si pensara que
se tratara de algo malo; ya que su madre que siempre cuidaba de él, era uno de
ellos. Sin embargo no quería que sus compañeros
tuvieran otra excusa para mofarse y pensar que era débil.
—Creo que...sería…All Might…—susurró mientras
miraba de soslayo a Bakugou.
Ni siquiera dio tiempo para que los infantes se burlaran de su respuesta, ya que el mayor se le había abalanzando dándole golpes en el
rostro acompañados de pequeñas explosiones. La sorpresa fue tanta que todos se
quedaron boquiabierta; si bien sabían
que el temperamento del niño era terrible, esta era
la primera vez que lo veían tan molesto.
Asimismo
Izuku no pudo decir nada en un principio, pero
cuando se recuperó del asombro trató de mencionar el apodo de su atacante tantas veces como le fue posible. Tenía la
esperanza de que éste se detuviera, pero cuando observó la forma tan colérica
con la que lo miraba se percató que sería imposible. Era como si el chico estuviera inmerso en sus pensamientos repitiendo
para sí mismo: “¡Estúpido Deku!, ¡estúpido Deku!”
Y a decir verdad no estaba equivocado, puesto que a Bakugou
le llenaba de ira saber que “su Deku” le pertenecería a otra persona. Que
no importaría cuanto se esforzara, ya que al parecer el
menor había decidido depender de All Might.
—¡Basta Katsuki-kun!, ¡suéltalo!—vociferó
una de las niñas incitando a los demás
espectadores a interrumpir la pelea.
—Tiene razón… anda Kacchan, ya fue
suficiente…
—¡Es verdad!, ¡lo estás lastimando!
—¡¡Cierren la boca bastardos!, ¡¡o si no
los voy a matar!!
—¡¡Katsuki
es suficiente! ¡¡No le harás daño a nadie!!—exclamó la maestra
quitándolo de encima de su compañero, a la par que examinaba los pómulos morados y las quemaduras en
el rostro del otro niño—. Midoriya cuanto lo siento, esto no
debió pasar…
Después
de curar las heridas de Izuku, la profesora no
sabía decidir qué era más impactante; si el hecho de que el más pequeño no
estuviera llorando, o que Bakugou se encontrara cabizbaja y en silencio. Algo
en su interior le decía que la riña había sido en parte su culpa, por lo que antes
de que los niños se
marcharan a sus casas, recogió del suelo la figura de acción de All Might que
había quedado en el piso durante la pelea y la colocó sobre el escritorio del
de Quirk
explosivo.
—Katsuki,
los héroes nunca bajan la mirada…—susurró dándole un par de caricias sobre su
cabeza.
En ese momento el
niño alzó su rostro mirando fijamente al juguete, se preguntó cuándo
llegaría el día en que pudiera llamarse a sí mismo héroe y mucho más
importante, cuándo sería el momento en que
su amigo lo colocara en un puesto mayor que al hombre
de la figura. Y entonces, fue cuando decidió que sin importar qué, aquella
sería la última vez que perdería a “su Deku” frente al símbolo de paz.
—«¡Nunca
más maldita sea!, ¡nunca más!»—pensó respirando profundo,
al darse cuenta que conforme se aproximaba al lugar del menor, éste comenzaba a temblar.
—Ka- Kacchan, por favor… y- ya no me
pegues…
—¡Cierra la boca Deku! No te haré nada, yo
sólo quiero darte esto…
Cuando el chico
tuvo la figura de All Might en sus manos, lloró con un llanto tan fuerte que todos
en el salón sintieron la obligación
de disculparse por las veces que
habían sido malos con él. En especial el más grande, quien apretó sus puños
sintiéndose desdichado al concluir que su compañero
lloraba por el daño que le había producido. No obstante lo que él desconocía es
que Izuku no lo hacía por dolor; sino del alivio de
pensar que la paliza abría sido más grave de haber dicho que quien le gustaba,
y quien quisiera que fuera su Alfa en dado caso que llegara a ser un Omega, era
su amigo de infancia, Bakugou.